We’ve updated our Terms of Use to reflect our new entity name and address. You can review the changes here.
We’ve updated our Terms of Use. You can review the changes here.
/
  • Streaming + Download

    Purchasable with gift card

     

about

La patética situación por la que está pasando la música punk (y sus variantes) a nadie ya le suena a nuevo. Las grandes maquinarias generadoras de euros puede que hayan encontrado hasta un pequeño filón en esto. Como sus tentáculos lo acaparan todo no podría ser de otra forma que el punk-rock también dependiese de uno de ellos. Y así lo han decidido y así lo han impuesto. Y mientras ellos siguen engordando sus arcas nosotros seguimos gastando energías en absurdas peleas internas.

Como no somos quienes de decir lo que deben hacer los demás pues no nos vamos a extender aquí exponiendo lo que pudiera estar bien o no dentro del punk-rock, no somos Mesías. Nosotros procuramos apoyar las cosas en las que creemos, otros prefieren creer que es mejor hacerlo de otra manera, y, por supuesto, también los hay que no creen más que en la fama y en el cheque. Por supuesto que tenemos nuestra opinión al respecto, la procuramos dejar manifiesta en algunas canciones como esta y en nuestra forma de actuar como grupo. Por si fuera poco la volvemos a expresar llamándoles indeseables.

Las luchas internas sobre la “pureza de la actitud punk” ya empiezan a ser demasiado apestosas. Por supuesto que hay gentes y grupos cuya forma de actuar nos hace sentir un profundo rechazo. Pero es que hoy en día la cosa ya es demasiado, va a llegar un momento (si es que no llegó ya) en que alguien no se pueda comprar ni una buena guitarra por el peligro de que lo tachen de colaborador con el capital.

A continuación y para el que le apetezca leerla mostramos una reflexión que hace tiempo dejó escrita nuestro guitarrista con la que coincidimos el grupo entero:

Empiezo esta especie de reflexión dejando dicho ya de antemano que mi intención con estas palabras no es ofender a nadie, esté o no esté en cualquier posicionamiento de los que planteo, así mismo tampoco tengo el más mínimo interés en defender o justificar ninguna de las posturas expuestas, es simplemente una reflexión personal sobre un tema, que últimamente, y sobre todo con el auge internáutico, está en boca de casi todas y todos los vinculados a una supuesta “escena” supuestamente “alternativa”, o algo así.

Mi expresión podrá parecer algo abstracta y ambigua en un principio, pero irá tornándose en algo conciso a medida que se avance, no obstante adelanto la cuestión indicando que tanta polémica no es buena, y tanta crítica mordaz, que hace que a mucha gente le den ganas de dejarlo todo, tampoco. Debo apuntar también que trataré de personalizar lo menos posible, y no referirme ni a marcas, ni a empresas, ni a nombres salvo lo que yo considere oportuno apuntar, y, en cuyo caso, será más una nota informativa y sin ningún interés menospreciador o alabador hacia lo citado.

Dicho esto paso a exponer:

Cuando empecé a escuchar música, aun siendo un chaval, poco podía imaginarme todo el oscuro y apestoso entramado que esta lleva aparejado. Simplemente me limitaba a apreciarla como una expresión artística, no me importaba, ni siquiera me planteaba, todo lo que había precisado de hacer o no hacer el cantante para que sus palabras musicadas llegaran a mis oídos. Recuerdo especialmente (primera alusión) el álbum “Salve” de “La Polla Records”, llegado hasta mi en cinta grabada gracias a un primo algo mayor que yo. Aquellas canciones, que en un principio simplemente me parecían simpáticas, me llegaron a hacer reflexionar y a pensar, porque sus textos, además de hacerte reír, decían algo, sus contenidos parecía que versaban sobre lo que podía estar pasando en un mundo que, a la aldea donde yo vivía, llegaba en muy pequeñas dosis.

Ahí empezó mi interés por este tipo de estilos musicales, donde las palabras son, además de para expresarse artísticamente, armas de denuncia contra un sistema putrefacto, cruel e injusto, y ahí empezó a interesarme el tema mas allá de lo estrictamente artístico o musical (y lúdico). No es muy difícil de imaginar que, al igual que yo, mucha otra gente sentía las mismas inquietudes hacia este “estilo” o “escena”. Algo antes que nosotros tuvieron conocimiento de este “filón” otras personas, que, con buena o no tan buena intención dieron el empujón y la oportunidad de manifestarse a multitud de gentes. Se formaban entonces las compañías “independientes” enfocadas hacia las músicas con un cierto contenido, digamos, “social”. Hasta aquí todo bien. Nos lo pasábamos bien, comprábamos sus discos, o los grabábamos, escuchábamos sus canciones, y muchos intentábamos formar otros conjuntos para manifestarnos gracias al legado y el camino abierto emprendido anteriormente por otros.

Hoy en día esto apesta. Es innegable que todo está sumido en un mercado, construido para nosotros y gracias a nosotros, los que gustamos de estos estilos, pero sin embargo no está construido por nosotros. Pero es así, y como cualquier otra actividad de carácter lúdico y/o protestón, el sistema capitalista global, ávido e inteligente como el que más, lo ha sabido asumir, y de que manera...
Si hay algo realmente “grandioso” en este sistema es que es capaz de reinventarse a sí mismo, y cuando algo lo interpreta como una posible amenaza y se cuestiona difícil el combate; lo mastica, lo engulle, lo digiere, y en un momento pasa a formar parte de él sin pudores de ningún tipo. Y no solo eso, después, nos devuelve el producto manufacturado a su antojo, para que lo consumamos de nuevo. El capital pues, y ya hace tiempo, se tragó el punk... y sigue engullendo...

Y tan inteligente demuestra ser este sistema del capital, que parte de nuestra ira, parte de nuestros versos y parte de nuestras manifestaciones, en estos últimos años se pierden en la diatriba de quién es o no el auténtico, quién es o no el vendido o quién es o no el “luchador” incorruptible (desde luego pensamos que tocando no se lucha absolutamente nada, pero ese es otro debate). Como si fuese pequeño botín el haber conseguido hacer negocio de algo que, supuestamente, está en su contra, ahora el sistema hace que las iras ya no se focalicen hacia él; o por lo menos, consigue que estén más repartidas, logrando así que el ataque hacia él sea de mucho menor calibre. Concretamente se distribuye parte de esa ira, de esa manifestación de disconformidad hacia el lado opuesto. Hacia adentro. Entre nosotros.

Otro gran estigma capitalista, que no tiene límites en sus arcas, y que tras conseguir el mayor tesoro capaz de imaginar, este sistema no se rinde y todavía quiere más. Lo quiere todo para él, y lo que no pueda tener, quiere que desaparezca. Lo que decide hacer suyo lo exprime hasta dejarlo seco.

Y puede resultar curioso, pero está pasando. Algo en un principio construido (entre algunas otras cuestiones) contra el capital, no es solo asumido por este, no solo se rentabiliza, sino, que la parte que aun queda sin aprovechar agoniza poco a poco moribunda en luchas internas por una supuesta “integridad escénica” donde al que le va un poco mejor se le acusa de “vendido al capital” sin mayores titubeos.

Si, amigas y compañeros. Está venciendo. Y no solo es culpable quién claramente se pone de su parte a cambio de un trozo (siempre insignificante) del pastel, esos están fuera desde hace tiempo. Está venciendo porque sembró su semilla de la envidia, o de lo que sea, dentro de nosotros mismos.

La culpa es nuestra, de los grupos y colectivos que formamos y constituimos esta supuesta “escena”. De nuestras luchas internas, de nuestra búsqueda de la pureza, de no permitir ni transigir en nada, de que cada uno solo cree en su verdad. A veces creo, con cierta exactitud, que simplemente la culpable es esa envidia sembrada por el sistema.

¿A cuantos que han llegado o conseguido algo más se les estigmatiza por hacer de ello su vida?. Sobran ejemplos.

Con la llegada de Internet esta bola de nieve ha ido creciendo hasta límites insospechados incluso por el sistema; llegado a un punto en que ya no puedes coger una guitarra y un micrófono sin esperar por ello que seas criticado/censurado por otros que, en un principio, se supone debieran combatir en tu misma columna. Si amigos, hay que andar con pies de plomo. Has de cuidar muy, muy bien, que dices y con quien te juntas, porque sino mañana, serás seccionado, abierto y destripado en un foro o en cualquier otro medio, electrónico o no, y muchísima gente se enterará de lo traidor que eres, con esa grandiosa e indiscutible argumentación que es: “por que lo he leído”. Sabia y valiente premisa, consecuencia directa del: “porque lo dijo (o escribió) alguien”, normalmente anónimo (cobarde y probablemente envidioso).

Hay que asumirlo señores y señoras del punk (hardcore y demás, por supuesto, también). Desde el momento en que elegimos este camino vamos a colaborar con el sistema como en cualquier otra actividad de carácter lúdico y ocioso; no olvidemos que en el fondo esto de hacer y tocar punk-rock es ocio (y/o negocio), absolutamente nadie lo hace única y exclusivamente con fin social (para ello hay otros muchos cauces más productivos en los que la gente además de tocar puede militar). No nos ceguemos, es un camino donde el capital, de momento, está muy de por medio, hay que convivir con él; eso sí, sin que ello nos catapulte a entrar en su (sucio) bando. Y aquí empieza la historia.

Desde le momento en que nos decidimos a formar una banda, comenzamos a colaborar en el sistema, es inevitable pero cierto: compramos la guitarra y ya colaboramos con el capital, y en algún cierto modo, ya somos culpables. Da igual que te compres una flamante “StratoCruster” Made In USA y le entregues tus dineros a una, más flamante aún, multinacional sin escrúpulos que monta sus factorías donde mejor puede exprimir al obrero. Tampoco importa que te compres cualquier marca de las supuesta baratas, pues, además de que la mayoría suelen ser submarcas de las multis, todas probablemente estarán fabricadas en algún punto de Asia (o resto del mundo) donde la precariedad de la “masa obrera” y la vejación del trabajador permiten alcanzar esos precios ridículos. Tampoco importa si, en un alarde de DIY (Do It Yourself, o hazlo tu mismo), la fabricamos uno mismo, puesto que hay ciertos componentes o maderas (normalmente maderas de países donde no hay control sobre la deforestación) que precisaremos pagar a terceros, y esos terceros son los de siempre. Ni aunque seamos un “DIY Master” y optemos por la opción de bobinar nosotros mismos las pastillas, probablemente tendremos que traer el hilo de cobre de alguna factoría que subyuga a sus “empleados”. Esto es así. No importa “cuanto” colabores, porque en ningún sitio está escrito hasta que cantidad eres bueno y a partir de cuanta eres un vendido. Pero en este punto todavía no se cuestiona nada, se asume, no así en otros.

Lo que si se cuestiona, la mayor parte de las veces, es la integridad de un grupo dependiendo de con quién o cómo plasme su obra. Es decir, por si alguien no lo intuye aún, dependiendo de con quién y cómo saque su disco (o CD). Y aquí es donde está la polémica. Y no termina en el tema multinacional (aquí no habría ninguna duda al respecto); ¡no!, ¡no!. Resulta que, según quien sea tu censor, podrás o no podrás sacar el disco con ciertas otras compañías que, aunque nada tengan que ver en el mercado fuera de lo estrictamente musical, tu censor decidió definirlas.

El asunto multinacional es muy claro, un holding de diversas compañías cuyo único fin es ganar dinero, bien sea vendiendo discos, casas, países, misiles para destruirlos, cemento para reconstruirlos, pastillas para la tos, fresas de invernadero o compresas son alas. Para el tema de vender discos tienen entre su sofisticado entramado empresarial la industria discográfica, con su centelleante empresa dedicada a tales fines. Llegando incluso a paradojas tales como, el (o los) propietario estar ganando dinero de, por ejemplo, una central nuclear o una venta de armas y a la vez de alguien que canta contra ellas. Algunas llegan a una especialización tal como tener una parte de la empresa, llamada sello discográfico, “especializada” en ganar dinero de bandas que cantan contra todo el resto de su monstruo empresarial. ¿Es esto comprensible?, en un principio parece que no, pero los suculentos manjares en forma de anticipos económicos parecen explicarlo todo muy bien... demasiado bien para el que cae en sus redes.

Desde luego este es un tema, que en mi modesta opinión, es muy fácil de abordar, pues ciertamente no es gente que se interese por el trabajo de las bandas, sino por cuanto podrá vender este producto. Ponen el caramelo en la boca de quienes ya saben será un negocio. No apuestan por nadie, invierten en el producto, de sobra estudiada y calculada su rentabilidad. Tienen un gran cebo en esos anticipos en cuanto quieren “capturar” a alguien para que se case con ellos. A veces, como en todo negocio, una pieza falla, entonces ganan poco, pero ganan. Es un tema pues, a mi juicio, poco complejo.

Pero ahora bien, entramos en otro carro: las supuestas “independientes”. Y aquí es donde está el motivo de mis palabras. No es difícil encontrar detractores de algunas de ellas, y menos difícil es encontrar detractores de bandas musicales que editan discos con algunas de ellas. Aquí entra en juego un factor matemático determinante. El número de críticas suele ser directamente proporcional a la popularidad del grupo más el “tamaño” de su discográfica, estableciendo una relación logarítmica en la popularidad del grupo, el cual, solo con crecer un poquito, disparará su número de detractores. En esta ecuación habría que introducir también la variable “número de ventas”, que también es importante, pero me la ahorré para simplificarla. Ni que decir tiene que el caso de compañía multinacional o multiempresarial queda totalmente fuera de estas conjeturas.

Poco importa como haya empezado todo. Por alguna extraña razón nos sorprendemos de que alguien saque dinero de hacer un trabajo para otro (editar y distribuir un disco es un trabajo), el caso es que llega a ser indignante según sea la cantidad de la que hablemos. Parece ser que si se trabaja mucho y se gana para vivir decentemente uno ya comenzará a tornarse (según en que ámbitos) en una especie de traidor. Aquí insisto ¿dónde está ese punto?, ¿hasta donde se puede llegar sin ser un “vendido”?, absurdo ¿no?. Si dedicas tu tiempo a realizar un trabajo, en este mundo en el que vivimos todos, es normal que sea recompensado, entre otras cuestiones, porque hay que vivir, y cuanto mejor vivamos (perjudicando lo menos posible a nuestros semejantes) indudablemente que seremos más felices. Y esto normalmente es fácil traducirlo al dinero.

¿Qué quiero decir con todo esto?. Pues simplemente que lo que debe aflorar, hoy en estos tiempos en los que muchos tenemos o tuvimos un grupo musical, es la envidia. Es inevitable que cuando alguien llega a una posición más privilegiada que el resto, la gente se olvide de su trayectoria y de todo lo bueno que hizo, y solo empiece a ver cuantos supuestos pecados comete en ese momento, a veces ni siquiera cometidos a conciencia, a veces ni siquiera cometidos por ellos, a veces, la mayoría, sin ser siquiera pecados. Pero quedó dicho anteriormente, es inevitable pecar si te dedicas a esto. Ahora bien, siempre habrá el que especifique el consabido “hasta cierto punto...”. Muy bien, repetimos: ¿y quién pone ese punto?, ¿quién inventó y dónde está ese baremo?. Voilà!... aquí está el kid de la cuestión.

Nadie es tan bueno... Nadie es tan malo... Dentro del pseudo-consolidado mundo de la “escena alternativa” nos encontramos siempre a algunos campeones del DIY ejerciendo de críticos (casi se podría decir que de Mesías) con un master en como se deben hacer las cosas, y resulta que ese master viene a decir algo así como “o las haces como a mi me gustan o te pongo a parir...”, pero desde luego está bien claro que, los que nos dedicamos al punk-rock (y sus variantes) no tenemos a ningún Moisés que nos bajase del monte Sinaí unas tablas adoctrinando sobre como debemos de obrar correctamente. Y a pesar de que hay mucho ejemplar de Moisés suelto (y sobre todo, insito, por Internet, anónimo y en la gran mayoría de los casos colaborando con la mayor empresa monopolística del mundo, Microsoft, existiendo alternativas, pero esto ya es otro debate...), esto no se basa más que en el respeto a los demás y en una lucha conjunta contra un sistema que reconocemos todos (Moiseses del DIY incluidos) como injusto y poco respetuoso con el género humano. Me gustaría dejar apuntado aquí que, muchos de estos abanderados del DIY llegan a ser unos verdaderos DIN (Do It Nothing) y su trabajo se reduce al de crítico fanzinero, forero o tabernero.

Insisto, en que, como todo, hay algunos casos extremos francamente reprochables. No porque yo me considere uno de esos Moiseses, sino porque la falta de respeto manifiesta, el colaboracionismo y la connivencia de y con quien la practica es francamente reprochable.

Tampoco es difícil ver como algunos estandartes del punk-hardcore y sus variantes lanzan dardos envenenados contra otras formas de hacer las cosas, acusando normalmente de estar del lado del capital, incluso cuando, si nos ponemos rigurosos, ambos le han dado lo mismo pero de diferentes maneras al sistema. Ahora bien, esto desde una posición dominante (en cuanto a ventas y popularidad) es siempre mucho más fácil de realizar que desde abajo, quién, si se pone a despotricar contra todo probablemente lo único que logrará es cerrar más puertas que otra cosa. Con esto no quiero decir que nadie se deba estar callado ni mucho menos (quien me conoce sabe que yo tampoco lo hago), solo que cada uno elige su estrategia, y nadie es quien de imponer la suya como la más correcta. ¿Qué a donde quiero llegar...? enseguida lo vemos...

Un grupo con popularidad precaria o circunscrita a su reducido núcleo de amigos, trata de, a través de un posible disco, ampliar horizontes para, sobre todo, demostrar en directo sus habilidades (entre otras cosas, y sobre todo, porque es divertido y porque desahoga inquietudes). Este disco, por imposiciones capitalistas, desde luego, no es nada fácil de realizar, y aunque últimamente es sencillo de grabar y duplicar, con esto sólo poco se consigue. Lo interesante desde el punto de vista del grupo es que ese disco llegue a mucha gente, cuanta más mejor, y que su popularidad aumente para poder ir a saltar sobre cuantos escenarios sean requeridos (por supuesto, dentro del marco de sus/nuestras reivindicaciones sociales, el tema de escenarios buenos-escenarios malos lo dejamos para otra ocasión). Esto es innegable y reconocido por todos. Es sencillo ver que el mejor medio de distribución que tenemos en el estado a día de hoy (que no mencionaré puesto que no es muy difícil saber a quién me refiero) es claramente un negocio, y es sencillo ver que, para acceder a él (y a otros) casi la única vía es a través de las discográficas. Tampoco es un secreto para nadie que muchas discográficas que, aunque no multinacionales, son claramente otro negocio. Otras aparentan ser menos negocio y más “alternativas”; sería discutible, puesto que, aunque facturen menos también están constituidas por menos individuos. No importa lo grande que sea la tarta, lo importante es el trozo que a ti te toca.

Desde el momento en que un grupo decide sacar al mercado (o a la “escena”) un disco, quiera o no, y pese a quien pese, empieza a formar (al igual que pasaba con el instrumento) parte de ese negocio. Por muy independiente que trate de h

credits

from Ag​ü​é​cate el Pel​í​cano, released December 1, 2005

license

tags

about

Tiro Na Testa Lalín, Spain

Fixemos un grupo uns cantos amigos da vila.

Hicimos un grupo unos cuantos amigos del pueblo.

A few friends of our village make a band.

contact / help

Contact Tiro Na Testa

Streaming and
Download help

Report this track or account

If you like Tiro Na Testa, you may also like: